Crónica BLACK MIRRORS: son rock en estado puro y otro gallo cantaría si hubieran sonado en los ’70

Los belgas Black Mirrors regresaban por segunda vez a Barcelona, en esta ocasión acompañando a la banda The Night Flight Orchestra, aunque hoy, nos vamos a centrar en los primeros mencionados.

Mis expectativas con Black Mirrors eran altas, puesto que tuve la oportunidad de disfrutar de su primer directo en la Ciudad Condal y sabiendo cómo se las gastan en el escenario, esperaba al menos recibir la misma dosis de energía que la primera vez.

Me encuentro delante de la sala Bóveda. Llamo a su tour manager para que me reciba y me facilite la entrada (tuve la oportunidad de entrar justo después de las pruebas de sonido ya que había quedado con ellos para poder grabar un acústico en exclusiva y hacerles otra entrevista). Después de que su tour manager me acompañase al interior, esperé a que la banda bajase del backstage.

Me recibe una siempre encantadora Marcella Di Troia (cantante) con un fuerte abrazo, seguido de los abrazos y besos de Paul (batería), Pierre (guitarrista) y Loïc (bajista). ¡Siempre es un placer que te reciban como en casa! Loïc me enseñó con una sonrisa de oreja a oreja cómo le estaba sacando partido al mosquetón de EMP que le di durante nuestro último encuentro y después de ponernos al día brevemente, se disponen a tocar un mini set acústico de dos canciones del cual ya di algún adelanto en las redes sociales. Me impresionó la calidad del sonido en acústico, la potencia de la voz de Marcella, el sonido limpio y claro de la guitarra, las marcadas y caminantes notas del bajo así como los golpes de bombo marcados perfectamente a tempo y a volumen justo, y es que cuando un acústico improvisado en menos de 24 horas te deja sin habla, sabes que hay calidad musical. Pasamos a hacer una breve entrevista donde hay risas y se respira el buen ambiente. Después de agradecerles su preciado tiempo, me despedí de la banda hasta el directo y la buena gente de Madness Live me dejó quedarme en la sala mientras aprovechaba para ultimar detalles y redes sociales.

La apertura de puertas fue puntual y la sala poco a poco se fue llenando, y de nuevo puntuales, Black Mirrors subieron al escenario acompañados de aplausos. Al igual que la primera vez me llamó la atención el hecho de que no empiecen como la mayoría de bandas: con una intro sin músicos en escena para luego dar paso a éstos mientras tocan una canción atronadora, no. Black Mirrors empezaron tocando su propia intro ya en escenario, la cual nos sumerge de pleno en sonidos de la América nativa; sonidos que te transportan a épocas pasadas, nada bestia, nada brutal, esto es mucho más sutil al igual que profundo, por no hablar de la increíble armonía de voces con la que cantante, bajista y guitarra deleitan. El poncho que viste Marcella así como su maquillaje de puntos negros superpuestos a una línea negra que cruzaba de mejilla a mejilla nos ayudó a imaginarnos esa época nativa a la vez que a transportarnos a los años setenta.

Finalizada la canción de introducción, nos deleitaron con algunos de sus temas más conocidos y movidos, entre ellos su primer single, “Funky Queen” el cual quieras o no, te hace moverte sin que te hayas dado cuenta de que lo estás haciendo, seguido de mi personalmente tema preferido, “Günther Kimmich” el cual no es que te haga moverte, directamente bailas. Y odio bailar. Pero lo consiguieron, y no fui la única mientras varios en la primera fila coreábamos su pegadizo “you got it, you you you got it, I’m out of control”. A tener en cuenta que este segundo single fue el escogido tanto por la banda como por su discográfica, Napalm Records, para promocionar su álbum “Look Into The Black Mirror”, así que ya se puede uno hacer a la idea de que no es para nada una composición “floja”. Siguieron con una más calmada “Moonstone” en la cual pudimos disfrutar de un sonido de guitarra con efecto fuzz que sonó alto y claro. Seguimos con el sonido de guitarra fuzz/overdrive que introduce “Burning Warriors” donde Marcella dejó claro que tiene chorro de voz para rato. No paramos de ver a un muy movido Loïc con un sonido de bajo tan potente y alto que me hacía preguntarme si extrañamente, su volumen estaría al mismo que el de la guitarra. Paul denotaba su presencia pese a estar al fondo del escenario, nada malo que decir a nivel técnico.

Otros temas de su aclamado primer álbum sonaron, como “Shoes For Booze” o “Inner Reality”, la gente se movió y grabó con sus teléfonos lo muy movidos que son todos los integrantes de esta banda rockera, y es que no dejaron de bailar y mover sus cabezas con libertad durante todo el rato en el que estuvieron es el escenario. La energía y buen rollo que desprendieron fue totalmente contagiosa, aunque entre el público algunos se movían más que otros, como suele pasar. Me sorprendió la calidad de sonido ya que yo estaba en primera fila y todos sabemos que no es lo mismo escuchar un concierto desde ahí que desde PA. Lamentablemente para mí, noté que el final de su set de 45 minutos se acercaba cuando las luces se atenuaron y volvieron a continuar la intro nativa con la que se subieron al escenario. De repente nos encontramos a unos músicos quietos bajo los focos, y despidiéndose de nosotros de la misma forma en la que presentaron. El aluvión de aplausos duró unos minutos y sus sonrisas lo dijeron todo. El público estaba satisfecho y los músicos también. Escuché como un par de señores decían en voz alta “muy bien, muy bien” y “vaya caña”.

El buen ambiente que dejaron fue más que notable, son rock en estado puro y otro gallo cantaría si estos cuatro hubieran podido sonar en los setenta y no ahora. Pero vivimos en la época que nos toca y tenemos la enorme suerte de que bandas como Black Mirrors existan para transportarnos a épocas pasadas que se mezclan con el rock viviente, y es que tal y como ellos mismos dicen, “nosotros sonamos como si Queens Of The Stone Age le hicieran el amor a Janis Joplis”. Catolicismos a parte, amén a eso.

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